Andaba
dormido y tú me despertaste, tus palabras me hicieron cuestionarme el sonido de
las mías, al fin podía oír la diferencia que enriquecía mi mundo. Sabía que no
podía ser perfecta mi invención de mí mismo. Rotundas llamadas hiciste en mis
oídos, nuevas respuestas diste a mis dilemas… tus pisadas completaban las mías,
en tu abrazo sentí el verdadero calor humano… mi mirada encontró una compañera de juegos, los días dejaron de tener sus horas para pasar
a ser cómplice de nuestros acertijos. Mi
rendición fue completa, la melodía que acariciaba mi ser era de una belleza
diferente y siempre nueva, las notas fueron breves pero las necesarias para
abrir puertas y ventanas en mi mundo. Pensé que mi pasado de caballero armado
tocaba a su fin, la dama de mis sueños había entrado en mi mundo para inventar
mil historias nuevas lejos de los campos de batalla. Los días brotaban como
posibilidades de renovar el pacto que nos traía la magia de narrar nuestra
historia… fuimos dos en un solo beso, el océano se miraría en nuestro
manantial. La lluvia ya no mojaba tanto, ni el frío podía hacerme cambiar la
dirección de mis pisadas hacia mi sueño, portador de tu sonrisa. Descubrí que
una vida daba para mucho, podía estar toda mi existencia entonando una infinita
queja solitaria… o por el contrario abrazar el destino que me regalaba la dicha
suprema, el cálido abrazo que tú trajiste a mi vida, porque tú tenías razón…
No hay comentarios:
Publicar un comentario