Deslizó su mano como si esperase encontrar en el lado opuesto de la
mesa a la persona que en esos momentos
ocupaba su pensamiento, pero el frío y duro material fue la única respuesta que
encontró. Era una mañana gélida, el viento hacia casi impracticable avanzar a
duras penas por el asfalto, pero él consideraba que era perfecta para mantener
su pensamiento en otro lugar. No siempre las cosas habían ido como ahora, atrás
quedaban momentos de intimidad y ternura entre los dos que eran el mejor inventario
del paso de los días, los días que hacían una vida. Un único error podía
cambiar el curso de una historia, después cualquier resistencia a aceptar las
consecuencias sería una derrota anticipada. Siempre le había fascinado observar
el tono de su piel bajo los últimos rayos de sol del día, la mujer que inundo
su silencio con el misterio del amor. Le gustaba saber que ella conocía sus
debilidades y habían compartido las adversidades de la vida. Perderse, aunque
sólo fuese por unas horas, naufragar en lo imposible… era imperdonable, ahogaba
una complicidad forjada con el paso del tiempo que no conocía el silencio. Ya
hace años que no podía recobrar la tranquilidad que disfruto tanto tiempo,
llevaba la cuenta de los años y los meses que le separaban de aquella tarde. De
las horas que le robarían el paraíso a cambio de dejarse llevar, abrazar a la
persona equivocada, extraviándose para siempre en una espiral que se alimenta
del error.
Pasarían otras motivaciones, otras
esperas, otras despedidas, y en su interior sólo buscaba entre espejismos la
sombra de lo que fue su verdadera pasión, el mundo parecía poco.
Su vida fue un sueño del que despertó
demasiado pronto, para perderse en la bruma de los días…
No hay comentarios:
Publicar un comentario