Algunas noches al oír mi respiración
en medio de la quietud del momento pienso
por qué yo, en breve el sueño me llevará a lugares en los que la memoria
duerme y la respiración marca un tiempo hipnótico, y mi pregunta se
confunde con el fondo del mar. Los instantes corren sin avanzar hacia ningún
punto, el tiempo aparece ahora como un dado de caras borradas, el fondo emerge
para tamizar una historia desde la luz indirecta que llega a mí…
Mi pregunta, intempestiva siempre, me
aguarda en el revés de las experiencias
que me empujan hacia algún lugar, y es que fuera del sueño todo tiene que tener
un porqué, el último sentido que nos devuelve el orden del universo. Aún
esperamos que todo encaje como lo hacen los sonidos de una nana. Esto no será
posible de nuevo, cada mañana nos despertaremos como piezas de un puzzle.
Las fronteras del sueño me recuerdan
la delicadeza de la caída de las hojas en otoño, recuerdos que se arremolinan
jugando con el viento de lo inventado.
Noches de itinerario fantástico con variaciones incontables, donde esta bruma de la razón nos sumerge en lo desconocido…